De mi Espíritu
Ni aquel,
ha de prevalecer en lo alto de su ego
Porque la
Creación, se Ha concebido en constante transformación
Y a su
tiempo, aquel, se lanzará a la modestia
Dejando la
liviandad y el acto de ofender a la pureza, que lo incluye.
Ni aquel,
ha de quedarse sin el tiempo de Aceptación
De
aceptarse a sí mismo, tal y como es
Y de
recordar su origen divino.
Más
aprendizajes tendrán que venir
Para que,
ni aquel, ni tú, pretendan desmembrarse
Olvidando y
negando
Que todos
somos miembros de la Vida misma.
Ni aquel,
ni tú, están obligados
Ni a
antiguos gestos
Si algo han
de buscar, que sea la reflexión profunda en sus corazones
Porque el
diálogo que purifica es interior
Ni habrá
instante más honesto, que conocerse a sí mismo
Aún después
de rotos los espejos, reflejos de si y sin reflejos de si y aún, amarse a sí
mismo.
La sangre
fue envuelta en venas
Para que
las venas sean sendero a quien persista
En quitarse
el polvo de las capacidades de pensar, sentir y creer
Y para ello
existe el cuerpo físico pero, su causa es espiritual y por ello es una causa
interior
Por tanto,
ese que persiste, ni puede ya concebir su vida y la Vida en toda su expresión
Sólo desde
lo palpable, ni solo desde lo efímero.