El dejar ir, no es tal cosa, a menos que se convierta en una entrega que
honra aquello tan valioso en nosotros, pero que ahora, seguirá hacia otros
caminos que elija.
Aún en nuestra memoria, tenemos la responsabilidad de sanar y liberar
aquello, en su valor verdadero, para que quede liberado de nosotros en su
pureza, pues esto le permite, como a nosotros mismos, continuar en su valor verdadero, y para que nuestra
entrega, sea en bendición.
Bendecir, es ver y sentir la pureza.
Porque la entrega, es por aceptar que aquello, llegó a nuestras vidas como bendición.